Lunes 4 de Noviembre de 2024

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2 de mayo de 2014

Colectivo Orilleros, a un año del desalojo la justicia decidió dictar la suspensión de juicio

En marzo del año pasado la policía reprimió a Orilleros en el marco de una actividad que estaban realizando en un predio abandonado en el barrio Luchetti de Open Door.
Durante la intervención policial hubo empujones, golpes y detenidos que quedaron imputados por "intento de usurpación" y "resistencia a la autoridad".
La justicia decidió dictar la suspensión de juicio a prueba por el término de un año considerando "la carencia de antecedentes penales y las características del hecho". Orilleros acepto el dictament de la justicia.

DECLARACIÓN DEL OMBU!
Por la Tierra, por la Libertad y contra el poder judicial. 

Vecin@s, compañer@s, amig@s. Acá estamos otra vez los Orilleros, las Orilleras, y l@s Orillerit@s. 

Para empezar, quiénes somos, cómo, y qué hacemos. Somos una organización comunitaria del pueblo de Open Door, en Luján, que empezó construyendo sus propias viviendas. Que en tierras abandonadas hizo una plaza para el barrio. Que después pensó en producir y ahora tiene huertas, un gallinero comunitario de ponedoras “Rebelde cacareo”, que cría chanchos, pollos, conejos. Que construyó un espacio cultural donde se realizan talleres y se hace cine en principio para l@s pib@s, festivales, peña, bingo, y muchas cosas más. 

En la asamblea no hay patrones ni jefes ni líderes. No somos de un partido. Ni estamos con la iglesia. Ni con ningún gobierno. No queremos que nadie de arriba nos diga lo que tenemos que hacer. Queremos que las cosas se hagan desde abajo hacia abajo, y por los de abajo, la gente sencilla y humilde. Por eso no recibimos nada que provenga del gobierno, ni de empresarios sanguijuelas. Lo que vamos construyendo lo enhebramos con cuatro principios básicos: Solidaridad. Dignidad. Horizontalidad. Autonomía. 

Nuestra relación con la tierra es múltiple, porque nosotras, nosotros somos diversos, como la tierra. Creemos en un proyecto territorial que considere el vivir bien. El capitalismo y el estado, configuran ciudades y pueblos en base al arrinconamiento y hacinamiento de los de abajo en villas, barrios precarios, asentamientos, para poder utilizarnos como mano de obra servil, mientras ellos, los ricos, viven en las mejores tierras, en countrys custodiados, y al mismo tiempo especulan con su valor para sacar ganancias. Es decir que unos pocos tienen muchas tierras y hacen un negocio con ella, y la mayoría vivimos en las peores condiciones y sin tierras. ¿Por qué? Muy fácil: porque si tenemos la tierra, podemos ser libres. Si producimos colectivamente lo que comemos, lo que usamos, no necesitamos trabajar para nadie, y eso es algo que no quieren permitirnos. 

Para nosotros, nosotras, cada comunidad tiene que poder administrar sus tierras, repartirlas para que todos, todas puedan habitarla, trabajarla, quererla. Hay que mantener la mayor cantidad de espacios públicos y comunes posibles. Plazas, unidades productivas, espacios culturales, lugares de recreación y deporte. ¿Oyeron hablar de la Reforma Agraria? Bueno, hay que empezar… 

Y es la historia de la lucha por la tierra, la que nos va a dar la fuerza. Es la sangre derramada de gauchos, de peones, de indígenas, de trabajadores, y es sobre todo, la alegría y la convicción que acompañó y acompaña sus luchas, la fuerza que nos empuja hacia adelante. La imagen de cientos y cientos, anónimos, en este país y en el mundo, con la ropa roída, con la mirada cansada, pero con el puño en alto, y con el brillo de la dignidad en sus ojos… 
Las historias tienen a su vez la imagen inversa, la imagen del futuro. Según en qué historia nos reconozcamos, de la que nos sintamos parte, la imagen del futuro será de una manera u otra. Si nos miramos en la imagen del poder, sea de derecha o de izquierda, nuestra imagen del futuro será de desdicha, de amargura, y no habremos solucionado nada… Pero si nos vemos en las historias de abajo, historias de rebeldía, nuestra imagen del futuro promete los más bellos augurios. 

En eso estábamos el 10 de marzo de 2013, realizando las tareas habituales de mantenimiento de la placita junto con vecinos, amigos, muchos gurises, perros, gallinas, ronda de mate, risas, alegría de estar haciendo algo para todos.
Cuando hacia las siete de la tarde la policía de Open door vino a reprimirnos. El accionar de las fuerzas represivas se inicia con la denuncia de Sergio Rubén Ibarra, un individuo que con papeles truchos intentó apropiarse de una manzana que está abandonada hace añares, junto con el espacio en donde se encuentra el Ombú donde Orilleros estaba realizando mejoras para mantener ese espacio abierto a la comunidad.
Todo el accionar policial fue el habitual, el que nos tienen acostumbrados, estacionaron el auto a la vuelta para agarrarnos in fraganti, aparecer gritando, de forma provocadora, que les demos los datos porque íbamos a ser detenidos por usurpación. La actitud de los compañeros de Orilleros fue todo lo contrario, en vez de darse a la fuga de forma cobarde, hubo un acercamiento de muchos de los cumpas que estaban jugando un partido de fútbol enfrente. La idea era hablar para ver que estaba pasando. Cuando se les pidió si había una orden o un papel que amparara su accionar, de inmediato llamaron a la fiscal María Laura Cordiviola, quien sin tener ni idea de cual era la situación los autorizó a golpearnos, a reprimirnos y a desalojarnos. 
La represión terminó con varios compañeros golpeados, una mujer embarazada en el piso, un disparo, el intento de quitar las llaves del auto y la sorprendente llegada en solo cinco minutos del GAP de Mercedes y de tres patrulleros más. Lo que nos hace sentir que todo esto estuvo preparado de antemano. Luego se produjo la engañosa detención de siete compañeros que estaban en el lugar. Decimos engañosa, porque varias de las personas fueron a la comisaría por sus propios medios a declarar sobre lo que había ocurrido y terminaron en un calabozo de la primera de Luján detenidos sin entender porque.
La fiscal Cordiviola, jamás supo lo que estaba pasando, quienes éramos, que estábamos haciendo, cuales eran nuestras intenciones, porque estábamos ahí con nuestros hijos, que proyectos estamos armando en la actualidad. Luego, con el correr de los meses el denunciante trucho, desapareció, pero la fiscal igual siguió la causa de oficio. No investigando la propiedad de la tierra, analizando los papeles, tratando de entender la problemática de la tierra de todo un barrio, sino redoblando las acusaciones, rechazando las declaraciones de los testigos, actuando con soberbia e ignorancia.
No es la primera vez que en el barrio Lucchetti, algunos truchos intentan (con éxito muchas veces) copar manzanas para luego engañar y vendérselas a personas de bajos recursos. Venden lo que no les pertenece. Lucran con las necesidades de la gente.
Por esto, lamentablemente no nos sorprende que el poder judicial pareciera estar para eso, para defender a los truchos que falsifican boletos y escrituras con fines espurios (según se desprende de los datos de la causa un testigo que había puesto el denunciante declaró que el lugar donde nosotros estábamos nunca estuvo alambrado, los papeles presentados falsearon las medidas de la manzana en la escritura figuraba de 90 por 90 cuando las manzana era de 140 por 70 entre otras tantas irregularidades). El poder judicial hace la vista gorda cuando emprendimientos inmobiliarios de dudosa legalidad intentan apropiarse de la vivienda y la posesión de amplios sectores del barrio, o cuando gente nefasta se apropia de terrenos abandonados para luego estafar a los pobres vendiéndoles los lotes a 4000 o 5000 pesos o trayendo tranzas y rastreros a vivir entre los vecinos del pueblo. Estas situaciones son moneda corriente en el barrio y la policía y la fiscalía dejan hacer. 
Pero cuando hay un grupo organizados de vecinos, proponiendo espacios públicos, promoviendo el planeamiento popular del espacio urbano, no se duda en atacar y golpear violentamente sin importar los niños, las embarazadas o lo que sea que se les ponga adelante. Este es uno más de los tantos casos que ocurren hoy de ataque a las organizaciones sociales de base, a los colectivos que se plantan frente a las injusticias o los negociados, los que están en la trinchera proponiendo y ejerciendo nuevas formas de producción, de cultura, de educación.
Si amigos todo esto estaba preparado ¿para qué? ¿para usarnos de efecto ejemplificador para todo el barrio? ¿para mostrarle lo que les espera a los vecinos cuando otro truchos (peces más gordos) como la martillera Administración Open door, venga a desalojar a los vecinos del barrio? 
Si nos resistimos ante una autoridad que abusa de su poder que arma un montaje para reprimirnos, atacarnos, entonces nos declaramos orgullosamente culpables.
Somos culpables de luchar por un pueblo distinto que no se conourbanice cada día más, que tenga espacio para proyectos agroproductivos ecológicos, que haya plazas para todos, en donde se puedan hacer actividades con talleres educativos, espacios de encuentros para los vecinos. Un pueblo en donde todos nos podamos seguir saludando. 
Culpables de no querer vivir todos apretados en poco espacio, culpables de recuperar espacios abandonados para todos, culpables de resistirnos a una autoridad que no piensa, que no entiende, que actúa como autómata. Culpables de Resistir y de luchar por todo esto.
Como los artistas que transforman los obstáculos en oportunidades, los Orilleros y las Orilleras, comprobamos con alegría que los apoyos a este proyecto fueron múltiples, ya desde esa misma noche, cuando una gran movilización, en la que había vecinos y cumpas del MTC de Luján, Marea Popular, Proyecto Sur y otras agrupaciones, se dirigió a la comisaría para exigir la inmediata liberación de los compañeros que estaban detenidos. Dicho sea de paso, en un calabozo de dos por uno todos apretados durante horas. A la mujer embarazada de siete meses la tuvieron parada hasta la madrugada en el hall de la entrada de la primera. 
Toda esta gente aplaudió sin parar hasta que lograron la liberación de los cumpas. 
También, sentimos mucha alegría por el apoyo de 90 vecinos de Open door y de otras latitudes, que dieron su nombre, su dni y su dirección para testificar sobre lo que ocurrió ese día y sobre quienes somos, que hacemos, que planteamos. 
Hemos aprendido mucho con este suceso, tenemos la cabeza abierta y no la pensamos cerrar, queremos seguir haciendo, participando, aprendiendo, preguntándonos, tendiendo las manos cálidas a aquellos que se quieran subir a nuestro colectivo, un viaje sin paradas, sin la terminal en el horizonte. Viajando a un horizonte efímero que se cumple a cada kilómetro por el camino: un horizonte de cambio social, la búsqueda de un mundo nuevo. 
Si bien vamos a seguir aprendiendo hay algo que si sabemos, y que quedó del todo claro. Hay un solo proyecto para Open door y para toda la periferia de Buenos Aires: más barrios privados para los ricos y el negocio de la seguridad, garitas y patrulleros, y más asentamientos precarios para los pobres, más barrios inundados, más transas, más rastreros, más desconfianza, más anonimato.
Los que vivimos en Open door desde siempre y los que vinimos buscando la tranquilidad de un pueblo, sabemos que ese proyecto no nos va, no lo avalamos… pero ¿qué vamos a oponer a cambio?
Orilleros no te da respuestas, no promete nada, no pide nada a cambio, no pide votos, ni se apropia de tierras, no pide billetes, no pide, ni promete. Orilleros da indicios de un sueño compartido, siempre abierto, sin recetas, que se va inventando con las palabras, las historias, las pasiones de todos los que se van acercando al fogón. Esos Otros proyectos van a nacer o no del compromiso de todos. 
Amigos, vecinos, cumpas, gurises, viejas: ¡Salimos de esto intactos y con la fuerza y la convicción de que vamos a seguir luchando por nuestros sueños!

¿Culpables? Si, claro, de algo somos culpables. ¿Algo habremos hecho, no?
Somos culpables de resistirnos a los atropellos de la policía. 
De querer expropiar y encontrar nuevos usos para la tierra.
De buscar las coordenadas de una producción libertaria.
De creer que la cultura es para liberarnos de las cadenas y construir un mundo con belleza y justicia. 
Somos culpables de hacer espacios comunitarios para todos los vecinos y las vecinas en tierras abandonadas. 
De creer en la justicia y no en las leyes. 
Y culpables somos, de seguir creyendo en el pueblo, en los siempre jodidos. En los que, cuando se vean sus manos y cuanto ellas son capaces de hacer, no habrá alambrados, balas, jaulas, que nos puedan detener. 

Abrazo fraterno

Orilleros

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