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29 de septiembre de 2015

“Las ideologías no han muerto pero el debate agoniza” por Agustín Espinola

Algunas reflexiones sobre ideologías, debate político y medios de comunicación a pocos días de las elecciones.

Francis Fukuyama sostuvo que la lucha entre ideologías en el mundo había terminado, era el año 1992 cuando publicaba "El fin de la Historia y el último hombre" mientras empleados de mantenimiento todavía limpiaban las ruinas del muro de Berlín. 
La bandera estadounidense flameando en Cuba y los titulares de la prensa mundial anunciando el renacimiento de la propiedad privada en la isla auspicia un marco cálido, cálido como el Caribe, para la gestación de obras seudo-intelectuales de autores de segundo orden que vengan a confirmar que las ideologías han muerto.

Pero, sostener que “las ideologías han muerto” no es, sino una premisa fuertemente ideológica. Y no de las mejores según juzga la historia reciente en esta patria. 
Esta propuesta, de considerar a cada gobierno en el plano de la gestión y discutir únicamente en esos términos es una toma de posición política. Porque para ello, hay que admitir previamente que uno está de acuerdo con que el gobierno (la dirección económica, política y social) lo ejerza el mercado relevando de su rol al estado. Hay que admitir entonces la empatía con el resultado del juego del libre comercio, de la concentración de los recursos en poquísimas manos. Hay que admitir que todos somos liberales. Y eso se realiza desde una posición política disfrazada generalmente de republicanismo y buenos modales y, en las sociedades más religiosas, de la buena moral cristiana.

Frente a estos vientos que han soplado fuerte en los noventa y pareciera se vuelven a levantar, se responde desde los matorrales más progresistas y de izquierda con frases tales como “todo es política”. La frase generalmente es pronunciada por quienes no han aceptado la propuesta de Fukuyama y sostienen que las ideologías bien vivas están. 
Aun así, el supuesto debate sobre cómo debe funcionar una administración, o la denuncia por corrupción sobre algún funcionario no es un debate político, no todo entonces es política (siguiendo el espíritu de la frase). 
Cuando no se trasmite la acusación de un legislador sobre otro en televisión se transmite la respuesta a la acusación, cuando no, se analizan los gestos, los tonos del discurso y sus furcios. 
Ante eso me detengo y digo: jetón puede ser tanto el zurdo como el liberal, bruto puede ser el peronista y el radical, sobre los ineptos y corruptos no hace falta referencia alguna.
Para la confirmación empírica de esta hipótesis se puede recurrir en cualquier momento a la pantalla de su televisor en casi todos los canales de aire.
Fascista también se puede ser de izquierda y de derecha, aunque en Argentina se suele asociar “Facho” a la derecha, porque la expresión más fascista en nuestro haber fue también quien empolló el neoliberalismo en el país. Aunque aquí si deviene una cuestión inevitablemente política, en favor de no perder más amigos y hasta familiares será planteado como interrogante y es: ¿puede la derecha no ser fascista o inevitablemente está condenada a serlo? ¿Puede el liberal condenar al hambre con la que castiga el mercado a quienes no son “útiles”, sin ser un poco o “un mucho” facho?. Alguno habrá notada que en esa pregunta se esconden concepciones políticas. Cosa que no sucedería si la pregunta fuese: ¿Es Niembro culpable de corrupción? ¿y Aníbal Fernández? ¿Nisman se mato o lo mataron? Una respuesta filosóficamente adecuada para los ansiosos por escuchar oradores políticos y no electoralistas es: “yo qué carajo sé, pregúnteselo a Barone o Santos Viasati”

Un personaje de Lewis Carroll , en el inevitablemente “Alicia en el país de las maravillas” sostiene que para permanecer en el mismo lugar hay que correr muy ligero, ya que el país de las maravillas se mueve con uno, o mejor, uno se mueve al son del país. La carrera de la Reina Roja y no la de Corazones, como se suele encontrar en publicaciones de algunos confusos, es una metáfora interesante. Algunos amigos, queridos, respetados y admirados, no han hecho en estos últimos años mas que enunciar la falta de debate político como si eso en si mismo fuera la inauguración del debate, el repetir con énfasis algunas frases adocenadas tampoco se inaugura nada más que un enfrentamiento un poco estéril. ¿Por cuánto tiempo hemos corrido manteniéndonos en el mismo lugar, creyendo que apurábamos la marcha, sintiéndonos en la vanguardia?.

Fukuyama se equivocó, las ideologías definitivamente no han muerto, prueba de ello es todo lo que no se transmite por tv y aquí la demostración empírica hay que buscarla por fuera de los medios hegemónicos, creados bajo intereses ideológicos, politicoeconómicos. 
Lo cierto es que hoy el mundo discute sobre la deuda externa, hay pueblos que gritan “independencia”, estudiantes en las calles, desde roma un argentino le habla al mundo sobre la distribución de la riqueza, las mujeres no piden permiso para ejercer sus derechos y la comunidad homosexual tampoco.
A la luz de estos hechos, el conservadurismo mundial despliega bien grande sus alas para resistir, allí las ideologías están agarrándose de los pelos, como una muestra de vitalidad.
Las ideologías no han muerto, pero el debate agoniza. El debate político como expresión verbalizada de las ideologías vivas, agoniza. 
El debate político se está transformando en un oxímoron, y terminará por convertirse si se sigue montando sobre los ejes de las acusaciones, de las denuncias, del análisis de gestos y tonos de discursos entre otras peticiones burguesas, será tiempo de empezar a indagar sobre los aspectos más políticos de las propuestas electorales para los dudosos, será tiempo de reforzar la confrontación intrínsecamente política para los militantes, será tiempo de buscar con mayor claridad los ejes de la política de cada cual para los pequeños medios de comunicación que gozan aún de algún margen de libertad de acción.
No es la forma de resistir la mera enunciación de la situación como aquí se ha hecho. 
Quizás después de todo, en estos renglones no se hizo otra cosa sino correr junto a la Reina Roja de Lewis Carroll, tan rápido que permanecimos en el mismo lugar mientras el mundo se sigue moviendo.

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